Retablo de
Santa Ana
Barroco
1ª Mitad del siglo XVII
Situado en el ábside de la nave derecha, gemelo al de San José e igualmente dispuesto en tres calles con dos cuerpos y coronamiento mediante ático. Columnas salomónicas con fustes de cinco espiras se utilizan para enmarcar la calle central. En el resto, estípites o pirámides adelgazadas e invertidas llegan hasta el remate sobre el que se alza capitel de tradición corintia.
La profusa decoración es de carácter fitomorfo, toda ella cargada de simbolismo eucarístico.
En este retablo hay cuatro lienzos pintados de santos y una hornacina en la que se hallaba una estatua en bulto redondo de la santa titular, Santa Ana, hoy desaparecida y sustituida por una moderna de la Inmaculada Concepción.
Nos encontramos con un retablo carente de unidad temática (aspecto común en todos los retablos barrocos del templo), pues los santos representados no tienen vínculo que los relacione.
Únicamente al advocación de Santa Ana del lienzo superior y central, junto con la desaparecida escultura, conformarían dicha unidad, amén de la siempre presencia de los motivos eucarísticos: uvas, pámpanos, hostia, cáliz...
Técnica y materiales: Ensamblado, tala, dorado, policromía, encarnado, madera, pan de oro.
Dimensiones: 8,60m. x 5,03m.
Santa Catalina de Alejandría, pintura
Pedro de Olivares. c. 1694
Conforme iremos exponiendo, a lo largo del estudio realizado sobre las obras de nuestra Colegiata, Santa Catalina aparece varias veces representada, lo que parece confirmar la gran devoción que existía en Torrijos hacia esta santa.
Aparece representada como mujer joven de facciones hermosas y delicadas. Muestra gesto triste y entorna los ojos. Lleva en la cabeza una corona (símbolo real o de nobleza de origen) sobre pelo trenzado y recogido mediante una diadema de perlas, y de él penden dos gasas que ondean. La luz irrumpe en el bello rostro de la santa desde la izquierda del espectador.
Viste ricas vestiduras. La túnica se recoge en su parte delantera superior mediante un broche de oro engastado con un granate, que termina en una perlita. Sobre la túnica destaca un manto rojo-anaranjado que anima la policromía del retrato.
Porta la santa como atributos la palma del martirio (murió decapitada en el año 307, durante el Imperio de Maximino) y una rueda dentada que hace referencia al primer intento de martirio a que fue sometida y del que salió ilesa milagrosamente.
La iconografía tradicional que pasa por obras de la talla artística de Van Eyck, El Veronés, Rafael, etc., le añade otro tercer atributo que aquí no aparece. Se trata de un libro que alude a la sabiduría de la santa, virgen y mártir.
Podemos considerar este lienzo como obra de gran perfección artística y cuidadísimo tratamiento de los detalles. Es, tal vez, la mejor del retablo.
Técnica y materiales: Óleo sobre lienzo, policromía. Dimensiones: 1,15m. x0,87m.
Santa Teresa de Jesús, pintura
Pedro de Olivares. c. 1687
La santa abulense, de raíces torrijeñas, aparece representada aquí como monja carmelitana, de mediana edad, rostro severo y mirada fija y atenta. Se dispone a escribir mientras que el Espíritu Santo, en forma de paloma, la inspira soplándole gráficamente al oído.
Por encima del pecho de Santa Teresa sale una pequeña llama que simboliza el momento de éxtasis al que parece aludir la escena. Así pues, al actitud estática y extática responden fielmente al hecho que el artista ha querido plasmar.
La composición sigue la iconografía tradicional, encontrándose próxima a alguna de las representaciones de Zurbarán. La santa está sentada delante de una mesa con tapete rojo sobre al que se encuentran varios libros. Sobre el que es halla abierto, apoya su mano izquierda, mientras que con la derecha sujeta una pluma de ave, al lado de un tintero y una pluma más.
A diferencia de otros lienzos que representan a Santa Teresa, éste ofrece la curiosidad de la figuración de la paloma (Espíritu Santo) en alzado.
Las dimensiones son iguales que las del cuadro anterior.
San Pedro de Alcántara, pintura
Pedro de Olivares. c. 1694
Figura en el retrato como hombre maduro, de pelo encanecido y barba corta. El rostro es agraciado, de finas facciones. Porta sobre su cabeza nimbo circular, entreabre los ojos y mira en éxtasis hacia las alturas. Está sentado ante una mesa sobre la que aparece un libro. Al igual que Santa Teresa se le ha representado como escritor. Sujeta con su mano izquierda un tintero y su cuerpo se reclina sobre la mesa. Viste hábito franciscano con el correspondiente cordón.
La composición es de mejor factura que la de Santa Teresa. El planteamiento del estado de éxtasis está aquí sensiblemente mejor conseguido.
Dimensiones: 1,15m. x0,87m.
Santo desconocido, pintura
Pedro de Olivares. c. 1694
El personaje aquí efigiado es un obispo, de rostro severo, pelo rapado, bigote y barba corta, que lleva sobre su cabeza un nimbo. Viste ricas vestiduras moradas. Bajo la manga se ve un alba con finos encajes. La muceta se abre en su parte inferior mediante abotonadura. La mitra blanca y el báculo dorado descansan sobre una mesa de color verdoso. El santo lleva un libro abierto y otro cerrado que se refieren a su condición de escritor. Una cadena de la que cuelga una cruz le rodea el cuello. También lleva un anillo en la mano derecha.
Debido a la falta de atributos que le identifiquen, desconocemos de qué santo se trata, aunque hay estudiosos que opinan se trata de San Felipe Neri o San Carlos Borromeo, santo italiano que tuvo en Torrijos especial devoción.
Tiene las mismas dimensiones que los cuadros anteriores.
Sagrada Familia, pintura
Pedro el Mudo. Mediados del XVII. Año 1636.
Obra recientemente restaurada y, junto a la de Santa Catalina de Alejandría, la mejor del retablo. La escena está concebida en dos planos: uno terrenal que fundamenta la reunión familiar, y otro celestial a partir del Espíritu Santo (paloma) y Dios Padre bendiciente rodeado de ángeles.
La composición se organiza partiendo de una estructuración geométrica circular. La santa titular, Santa Ana, madre de María y abuela del Niño, ocupa el centro. Se halla sentada en un sillón de madera y ha sido representada con un aspecto más joven que el de su esposo. Viste una túnica marrón sobre la que descansa un manto morado, y cubre su cabeza con toca blanca. La santa parece leer un libro que ha hojeado con su mano derecha, en la que destacan las larguísimas uñas de sus dedos, mientras se deja acariciar la derecha por el Niño que juguetea cogiéndole el pulgar. María y Jesús se encuentran junto a Santa Ana. El rostro de la Virgen es singularmente bello, destacando en él los grandes ojos que dirigen su mirada hacia el espectador. Ha sido efigiada como mujer joven. Lleva recogida su cabellera castaño claro en forma de moño trenzado. Está ataviada con una túnica rojo-anaranjada y un manto azul oscuro. Adorna su cuello con un collar de perlas. María está sentada en un cojín rojo y acaricia a su Hijo con su mejilla izquierda y le abraza. Jesús es un niño gordezuelo, de rostro hermoso y tez sonrosada. Está semidesnudo, cubierto parcialmente por un manto amarillo y dirige su mirada hacia lo alto.
Detrás de la cabeza de Santa Ana irrumpe una luz a través de una aureola formada por cabecitas de querubines que envuelven al Espíritu Santo. En la parte superior, Dios Padre, representado como un anciano, extiende los brazos dominando la escena.
San José y San Joaquín se hallan de pie a ambos lados. El santo patriarca porta su atributo más común, la vara florecida. Está figurado como hombre joven de larga cabellera y barba onduladas de color castaño. Viste una túnica azulada y sobre ella, un palio marrón. Entorna su mirada, repitiendo el gesto de Santa Ana y San Joaquín. El padre de María está efigiado como varón anciano de escasa cabellera rubia y barba encanecida. El artista le ha marcado arrugas en la frente. Junta sus manos en actitud orante y dirige su mirada hacia Jesús. Viste túnica azulada de parecido tono al de San José, y un vistoso manto rojo.
Una segunda luz que se proyecta desde la izquierda del espectador permite iluminar los cuerpos de San José, la Virgen y el Niño, así como al perro que descansa plácidamente junto a una cesta de ropa.
El pavimento de la estancia está cubierto mediante una alfombra verde con decoración floral en rojo y, a ambos lados, florecen unas rosas rojas.
El cromatismo es rico y variado. Domina al gama de rojos, azules, verdes y ocres.
Dimensiones: 1,60m. x1,15m.
Ecce Homo
Completa el conjunto del retablo un pequeño sagrario de madera situado en el centro del altar. El frontal está pintado con una bella imagen del Ecce Homo.
Bibliografía y Fotografía
Gracias a los que han investigado y compartido sus conocimientos y fotografías con el resto de torrijeños a través de los medios de comunicación, publicaciones históricas, etc...
Asociación Amigos de la Colegiata, Julio Longobardo, Fernando Alcántara, Jesús Sánchez de Haro, Justiniano de la Peña, Antonio Toledo, Alfonso Donoso, Gregorio Sánchez de Rivera, Fernando Melara, Jesús del Castillo, Hermandades Penitenciales, Ayuntamiento de Torrijos, Asociaciones y Grupos Parroquiales...